Segunda reflexión


            Esta segunda reflexión es también acerca del ser humano, sobre nosotros mismos. Este ser humano que no es nada sin los otros y sin el mundo, su mundo, el mundo que él mismo ha creado y continúa creando.


            Espero que esta reflexión, al igual que la primera y que todas las que continúen, no sean simple teoría, sino práctica real y viva. Este vivir y convivir que nos hace y nos hace precisamente humanos. La filosofía es una vida, un modo de ser, que no es simplemente pensar sobre la vida, sino vivir más plenamente.  

            Nuestra vida nos empuja hacia el exterior de ella misma. Te invito a pararte un momento; a entrar dentro de ti. Todos deberíamos aprender a conocernos, pero son pocos los que lo consiguen. No es pararte para dejar de vivir, no; no tenemos tiempo para el descanso, sino que nos urge dar más sentido a nuestra vida y a nuestro mundo.

             Te he invitado al diálogo. El diálogo como motor de la vida plena personal y en una sociedad democrática. Este diálogo nos abrirá a nuevos valores, a la tolerancia, a la libertad, al no dogmatismo, al respeto, a la justicia…
Quiero que pienses que

             Lo único que tiene valor es aquello que nadie puede quitarte

               Anímate a dialogar. Aprender a dialogar es fundamental para nuestras vidas. Si en tus años de niño y de joven no te dieron la oportunidad de aprender, comienza ya. Cuando no dialogamos utilizamos la fuerza, y nuestros hijos aprenderán lo que viven en nosotros.

            El diálogo respeta al otro, no intenta cambiarlo, de la misma manera que yo no quiero que el otro quiera cambiarme a mí. Nadie tiene derecho a intentar cambiar a nadie. Ya cambiaré yo si veo que tu vida en mejor que la mía, pero tú que eres  mi amigo, que me quieres, respétame y no me obligues a hacerlo. Déjame aprender por mi mismo, deja que me equivoque. Es mi vida.

            No se puede aprender la verdad de boca de los demás. Cada uno debe descubrirla por sí mismo. Es como aprender a nadar. Si te sacan ahora, en la próxima ocasión puede ocurrirte lo mismo.

            Aprendemos, sobre todo, desde nuestros errores. Tenemos derecho a equivocarnos. El que no se equivoca, o cree que no se equivoca, no aprende, no crece.

            Tengo que hacer, que construir mi vida con tu ayuda y la ayuda de todos. No seré yo mismo si no soy capaz de realizar la construcción de esta vida mía. Lo que me hace a mi mismo es mi respuesta, mi reacción interior a lo que recibo de fuera.

            Tampoco trates de meterme miedo. No quiero crecer siendo una persona miedosa e insegura. Quiero ser el dueño de mi vida y no depender de circunstancias que puedan llevarme y bambolearme a su gusto de un lado para el otro. Tengo que ir adquiriendo mi propio ajuste interior. Y este yo ajustado fluirá hacia el exterior.

            Necesito esta parada para poder darme cuenta de que me encuentro viviendo. Observo lo que ocurre, lo que pienso, lo que decís los otros, lo que me gusta y lo que no. Este darme cuenta es el primer paso para ser dueño de mi mismo. Esto es filosofía.

            Voy descubriendo mis potencialidades, mis cualidades y mis defectos. Todos ellos van conformándome, van conformando mi ser, mi inteligencia, mi capacidad de querer.

            Estoy seguro de que iré encontrando las respuestas a lo largo del camino. Cada uno debemos encontrar nuestro propio camino.

            ¿Dónde buscar?, puedes preguntarte.

            No tienes que ir demasiado lejos. Busca bien, pues la respuesta está dentro de ti, en tu corazón.

            No basta con conocer la verdad, hay que sentirla. Siempre ha estado ahí dentro de mí, aunque no haya sido capaz de darme cuenta de ello. Si estoy desorientado, no importa. “Saber que se está confundido es el primer paso para dejar de estarlo”.

            Cada día tengo una nueva oportunidad para ser como quiero. Todo es como queremos que sea. Eso es lo que hace que sea perfecto y lo único imperfecto es nuestra manera de percibir la perfección. No vemos las cosas tal como son, las vemos tal como somos nosotros.

            Busco mi camino, pues si no sé adonde voy, acabaré en otra parte.

            Tenemos miedos. Miedo de nosotros mismos y del mundo. Para defendernos de ellos buscamos defensas, refugios, nos ponemos una armadura, que en vez de defendernos, nos mantiene atrapados.

            Y mirando con serenidad dentro de mi, descubro mi ansia de felicidad; y me doy cuenta de que nadie puede ser feliz solo. ¿Cómo podría ser yo feliz sintiendo la infelicidad a mi alrededor? Y estoy de acuerdo con Aristóteles cuando escribe:

             “La felicidad no viene de fuera, sino de dentro

               Al igual que nuestra vida, también tenemos que ir construyendo nuestra felicidad. Y te necesito a ti con urgencia.